“Yo quiero un pueblo…” Imprimir
Informacion - Artículos de Opinión
Colocado por Elvys Rodríguez   
Martes, 08 de Noviembre de 2011 14:17

Benjamin GarciaAlgo más calmado... esta semana... y algo de reminiscencia...

Por Benjamin Garcia

“Yo quiero un pueblo que ria y que cante, yo quiero un pueblo que baile en las calles…. Yo quiero un pueblo…”  Danny Rivera

“Un pueblo es… un pueblo es… abrir una ventana en la mañana y respirar.  La sonrisa del aire en cada esquina y trabajar, trabajar…uniendo día a día un ladrillo en la esperanza, mirando al frente sin volver la espalda…” María Ostiz cantautora española.

 Recuerdo la emoción que despertaba escuchar una canción como esta.  El entusiasmo generado entre los jóvenes congregados en grupos culturales, en la Pastoral Juvenil de las Iglesias.  La manera en que incitaba a continuar la difícil, pero siempre reconfortante labor, de armar utopías y construir las quimeras del futuro.  Se cantaban desde los andamios tibios del decoro y la dignidad.  En el escenario del Club, en las canchas, en los bares y hasta en las discotecas recién estrenadas.

Desde esta madrugada de sombras quiero volver a cantar, ¡Yo quiero un pueblo!  Un pueblo libre del dolor y la desvergüenza.  Cantando la esperanza. Sin las ataduras del clientelismo barato sobre el cual los políticos han construido su base de sustentación.  Alejado de todo tipo de vicio, incluido el de la corrupción y el tráfico de voluntades, vendidas en el mercado poco honrado de las campañas electoreras.

Yo quiero un pueblo que sustente su futuro en valores como la educación y el trabajo.  Que no necesite de la dádiva de nadie para llevar sus hijos a la escuela o poder curar una herida.   Un pueblo libre de prejuicios, de pensamiento claro e ideas renovadoras.  Cantando desde la mañana, con los pájaros del campo, la canción de la fe y el optimismo.  Sin harapos que cubran su alma.

Yo quiero un pueblo alegre, no “bochinchero y pachangoso”.  Que disfrute la junta en la esquina y el parque, en la convergencia de los caminos, en las playas o en las rutas de los ríos sin la necesidad de estimulantes alcoholizados.  Brindando el regocijo, la satisfacción del trabajo honrado. Dispuesto al abrazo con el paisaje, a sonreír al amigo y tender una mano cuando alguien a su lado lo reclame.

Sin miedos, liberado del pesimismo.  Menos quejoso y más proactivo.  Dispuesto a asumir los desafíos y retos del destino.  Que hable menos y trabaje más.  Liberado de la retórica de los genios amargados del derrotismo.  Con capacidad para reconocer sus derechos y siempre dispuesto a cumplir con sus deberes. Menos informal y más respetuoso de las normas.  Consciente de la necesidad de guardar el respeto en la convivencia social.  Un tilín menos egoísta.   

Quiero escuchar las campanas llamando a la escuela.  Los niños entonando el himno con el mismo entusiasmo con que corean una melodía banal de la época.  Entregados al estudio, la investigación.  Quiero ver repletas las bibliotecas, de estudiantes y de libros.  Ver vivos los teatros y las canchas.  Los espacios del club recibiendo la algarabía de la juventud.

Es posible, y la clave está en el corazón y la conciencia de cada ciudadano común.  Pero también en el corazón y la conciencia de cada dirigente atrincherado en los partidos políticos, en los sindicatos, en las asociaciones civiles, en las Iglesias, en las universidades, en las juntas de de vecinos, en las fundaciones, en los medios de comunicación.  Es posible si despertamos y recapacitamos.  Si entendemos de una buena vez que el jolgorio no es buen escenario para armar el futuro.  

Benjamin Garcia

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