Respuesta a las exigentes demandas del mundo moderno Imprimir
Informacion - Artículos de Opinión
Colocado por Elvys Rodríguez   
Domingo, 15 de Enero de 2012 14:27
Benjamín GarcíaPor Benjamín García
 
El mundo moderno es en extremo demandante, exigente en grado sumo, tanto, como para desequilibrar al más ecuánime de los mortales. Países con un elevado nivel de vida sufren altos índices de suicidios.  Esos niveles exigen pues, mayor y mejor formación, disciplina rigurosa y eficacia en las acciones.

Aunque en el patio seamos un tilín mas dejados, menos dados a la responsabilidad, al “to’ e to’ y na’ e na’ con el “deja esa vaina así”, también sentimos, a pesar de la informalidad, el peso de lo demandante que resulta vivir en esta época. 

Varias décadas atrás, la juventud se concentraba en la idea de una carrera universitaria, si era posible llegar a los centros de estudios de entonces, de no ser así, se encaminaba a aprender un oficio o alcanzar un empleo en una empresa o negocio, donde buscaba la seguridad para toda la vida.  Desde ahí, tenía la certeza de poder encaminar la familia a construir.

Hoy, el medio exige a los jóvenes estar preparados para un mundo competitivo, pero a la vez, le ha generado nuevas y mayores necesidades.  Imposible pensar en un adolescente en su etapa escolar de media, sin un teléfono móvil, un computador con servicio de Internet incluido o con un medio de transporte, sin contar con la urgencia de recursos para responder a una pareja, en caso de tenerla, que no se conforma andar de las manos en el parque tomando un jugo de la cafetería de la esquina.

En ese contexto, la ansiedad arropa la gente de forma descarnada.  Al joven en su afán de ostentación y a los viejos, obligados a responder en sus demandas cuando estos aun no pueden por si mismos.  Y mientras más posibilidades y mejor posición económica se hayan alcanzado, mayores serán las peticiones de los mozalbetes. 

Lo más peligroso del ambiente son los paradigmas de la modernidad, cuyos criterios están dirigidos a la consecución de objetivos materiales antes que el enriquecimiento del espíritu.  Tener antes que ser.  Poder exhibir logros materiales, antes que fortalecer la aristocracia del espíritu mediante el cultivo del intelecto.

En las universidades, los estudiantes están interesados en cumplir con los requisitos necesarios para alcanzar el grado e insertarse en la vida laboral.  Mas pendientes al “cuánto” podré obtener como prioridad ante el “cuánto” podré ofrecer a la sociedad que espera mi servicio. 

Esa lucha consume muchas energías, más cuando la crisis golpea.  Por eso debemos estar pendientes de fortalecer, desde donde estemos ubicados, valores tan fundamentales como la formación integral del individuo, su inserción en la sociedad a través de las instituciones que la conforman y desde las cuales se puede entregar lo mejor de nuestros talentos.

Fortificar en los jóvenes el criterio de que si bien es importante producir en términos materiales, lo trascendente está en aportar para mejorar la sociedad en su conjunto.  Derribar los muros de la desidia provocada por el desaliento, ante la incapacidad para responder a tales demandas y defender la felicidad, para vivir mejor. 

Ser feliz en lo simple, en la magia de los espectáculos que la naturaleza ofrece desde el amanecer, en la relación desinteresada, las conversaciones de a pie mientras tomamos un café, sin importar sea con el empresario del año o con el jovenzuelo que limpia zapatos.  Redescubrir las formas de la sonrisa y no dejar de mirar a los ojos, que es el lugar donde habita el alma de la gente.
Última actualización el Domingo, 15 de Enero de 2012 14:47