Por: Carlos Salcedo (carlos30salcedo@hotmail.com)

La reforma judicial ha tenido muchos líderes y aliados. La aparición de instituciones de sociedad civil, como Finjus, en 1990, y Participación Ciudadana, en 1993, propició dimensionar el tema y llamar la atención del orden político.

Negar el aporte de la clase política sería mezquino. El fraude electoral fue un terreno fértil para un intenso período de negociaciones que llevó a los principales partidos políticos a firmar un Pacto por la Democracia en 1994, recortando el período de Balaguer, de 4 a 2 años, estableciendo elecciones en corto plazo y reformando la Constitución.

Entre las modificaciones constitucionales se destacan, el nombramiento de los jueces de la Suprema Corte de Justicia (SCJ) por el Consejo Nacional de la Magistratura (CNM) y los demás jueces del orden judicial por parte de la SCJ, en lugar del Senado de la República, y la creación de la carrera judicial.

El PLD, bajo el liderazgo de Leonel Fernández, el PRD, con la Dra. Milagros Ortiz Bosch a la cabeza, insuflados por la sociedad civil, lograron concitar el apoyo de sus partidos y de otras fuerzas políticas, dando nacimiento a un proceso de reforma judicial único en la historia dominicana.

Jorge Subero Isa, encabeza desde 1997 la SCJ, la que marcó un hito en la administración de justicia, en la independencia del Poder Judicial y en la formación de sus integrantes.

Pronto el CNM evaluará el desempeño de los actuales jueces de la SCJ con menos de 75 años, para su confirmación. ¿Quién duda de la autoridad ética, vocación de servicio, excelencia en la gestión, liderazgo y clara visión del proceso de reforma judicial, del magistrado Subero? No hay excusas para su confirmación en el cargo, como de otros jueces de la SCJ. La consolidación de la reforma judicial depende de esta decisión. Evite el aborto, Presidente.